miércoles, 22 de febrero de 2017

PACO CEPERO Y JUAN VILLAR. Ciclo 'Flamenco viene del sur 2017'.

Grata sorpresa la de escribir esta reseña sobre el último recital de Paco Cepero en Granada en el teatro Alhambra, como arranque del ciclo 'Flamenco viene del Sur' y enterarnos que le han otorgado la Medalla de Andalucía 2017 por su trayectoria. Nada menos que 60 años en primera línea del flamenco. De aquellos comienzos en su ciudad natal, con apenas catorce años, su marcha a Madrid, donde comienza una carrera fulgurante, no sólo como acompañante, sino como compositor, y su posterior posicionamiento como uno de los grandes referentes del toque del siglo XX y ya parte del XXI. Y es que el flamenco está de enhorabuena.

Se iniciaba en la noche del lunes, como decía, el ciclo con un recital de guitarra del maestro jerezano que se acompañó de la guitarra del joven Paco León, uno de sus discípulos, y de la violinista suiza afincada en Jerez Sofhia Quarengui. Destacar el hecho de que el cartel anunciara actuación de Paco Cepero y Juan Villar. El orden del factor aquí parece importante, pues es el tocaor quien está en primer lugar. Durante décadas, han quedado relegados a un segundo y tercer plano, hasta que llegara la discografía de Camarón con los primeros vestigios del nombre de un guitarrista en la portada de los discos de vinilo ('y la colaboración especial de Paco de Lucía'). En cualquier caso, y tras la actuación, se entendió está máxima. El peso de la noche fue para el jerezano que dio un recital antológico de las composiciones que lo han elevado a categoría de maestro. Porque a Juan Villar apenas lo pudimos disfrutar veinte minutos.


A Cepero no lo vamos a descubrir ahora. En los últimos años, las múltiples veces que lo he podido ver en escenario ha demostrado que no ha perdido un ápice de su hegemonía tocaora con las seis cuerdas. Sus melodías pegadizas, sus picados y sus rasgueados son a la postre una seña de identidad inequívoca de un sello musical. Así, el repertorio que nos trajo al teatro fue un recorrido por sus creaciones más significativas. Hasta nueve de sus obras más singulares pudimos saborear: Fandangos de Huelva 'Noche andalusí', la rumba 'Cartuja', los tanguillos 'Mi Andalucía', los tangos 'Taberna del Puerto', las bulerías 'Plazuela' (introduciendo falsetas de las bulerías 'Sueños de Jerez'), la canción dedicada a todas las mujeres 'Capricho', la rumba 'Varadero', la taranta con remate por bulerías 'Castillete minero' y el cierre con 'Agua Marina' con guiños melódicos a alguna de las coplas que le compusiera en la década de los '70 a Chiquetete.


Con el regusto de las manos de Cepero, Juan Villar parecía que nos iba a regalar una velada de cante de las de antaño. Sin embargo, entre el catarro que nos dijo que tenía y el paso del tiempo por sus cuerdas vocales, nos quedamos con ganas de interiorizar la fuerza expresiva que siempre ha tenido el cantaor gaditano. No se le puede pedir que esté como cuando tenía treinta años, pero bien es verdad, que la falta de fuelle le pasó factura. No en vano, escuchar a Juan Villar es un privilegio cante como cante. Su repertorio fue corto en número de cantes, pero largo en intencionalidad: Soleá, alegrías, tangos (acercándose a Pansequito) y bulerías.




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